Hace ya mucho tiempo, cuando comencé con esto del blog y nadie me leia, más o menos como ahora, escribí un especial sobre George A. Romero, uno de mis directores de terror favoritos. Lo hice, sobre todo, porque pretendía saber más sobre el hombre de las enormes gafas y porque el subgénero del cine de zombies me vuelve loco. Así que, sin más dilación, os dejo con este pequeño homenaje al señor Romero (SPOILERS).
En 1968, un chaval de 28 años creó (mejor dicho, mejoró y revolucionó) uno de los subgéneros más impactantes y llamativos del cine de terror, el de zombies o muertos vivientes. Su nombre era George A. Romero y la película se titulaba La noche de los muertos vivientes. Romero comenzó su carrera cinematográfica llevándole los cafés a Alfred Hitchcock en Con la muerte en los talones, para posteriormente llevárselos a Jack Lemmon en alguna que otra comedia. Cuando descubrió que Hollywood no era lo suyo, decidió apartarse de la industria y seguir su camino. En su ciudad natal, Pittsburg (escenario de algunas de sus obras), conocería a John Russo, amiguete con el trabajaría en su propia empresa de publicidad y con el que conseguiría el dinero necesario para rodar una película en blanco y negro. Así, con un presupuesto ajustadísimo, rodando en ocasiones 24 horas seguidas y con la colaboración de su pueblo casi al completo, Romero realizó su impresionante debút tras las cámaras.
La noche de los muertos vivientes tuvo un tremendo éxito en las sesiones golfas de EEUU, convirtiéndose en todo un taquillazo (teniendo en cuenta su minúsculo presupuesto, claro) y en un pequeño éxito de crítica. En la cinta vemos como un grupo de supervivientes se ocultan en una granja para intentar pasar la noche y escapar de unos extraños seres que devoran a las personas. Nadie sabe qué son, algunos dicen que personas enfurecidas, otro que son radicales y anarquistas, otros que es un virus que convierte a las personas en asesinos...pero con el paso de las horas, se descubrirá con son muertos que han vuelto a la vida, debido a unas radiaciones nucleares.
Romero lográ crear escenas de verdadera tensión, gracias a la buena dirección de actores y a su habilidad narrativa. Es capaz de hacer que temblemos de miedo con una simple televisión o con una puerta entreabierta. Las escenas de gore supusieron un gran avance, a pesar de que hoy en día puedan verse como algo flojas, pero están muy bien logradas y son totalmente necesarias. Romero concede el protagonismo a un personaje afroamericano (Duane Jones), que se convierte en el antihéroe perfecto. El resto de personajes están muy bien dibujados, aunque hoy en día puedan parecer estereotipados (especialmente, Karl Hardman en su papel de padre histerico y protector). Sin duda alguna, La noche de los muertos vivientes se convirtió en todo un clásico del cine de terror y en un ejemplo a seguir para los directores con bajos presupuestos (ojo, porque en algunos momentos, la cámara hasta se desenfoca o deja a los actores fuera de plano, lo que crea una sensación de realismo y acojone sublime). Su final es uno de los más pesimistas que se recuerdan y es recomendable ver hasta el último fotograma para no perder ningún detalle. Como curiosidades, destacar que la cinta se estrenó sin calificación, que el responsable de los derechos de autor los vendió por cuatro perras y la cinta es de dominio público y que fue un tremendo éxito en España en las sesiones nocturnas.
Diez años después, Romero decidió retomar la historia donde la había dejado. Así nació Zombie, también conocida como Dawn of the dead (título yanki). Esta vez contó con la colaboración del director italiano Dario Argento, que se aseguró un buen pellizco con los derechos europeos de la cinta. De hecho, existen diferentes versiones de la historia, siendo Zombie la versión que se pudo ver en España (actualmente existe una edición en DVD con todas las versiones, pero no estoy seguro de su venta por estas tierras). En esta ocasión, la historia cuenta como cuatro amigos se refugian en unos grandes almacenes, viendo que el número de muertos vivientes empieza a ser preocupante.
De nuevo el protagonismo recae en un actor negro (excelente Ken Foree) y Romero dota al personaje femenino (Gaylen Ross) de una mayor fuerza. La utilización de unos increibles efectos de maquillaje (del genio Tom Savini, que aparece brevemente como motero) han pasado a la historia por su realismo (teniendo en cuenta el año de producción, 1978) y, en especial, por la escena en que un zombie recibe un machetazo en la cabeza. Además, Romero hace una crítica al capitalismo y al consumismo brutal, moviendo la cámara con mano maestra por el centro comercial y, de nuevo, ofreciendo un final pesimista, aunque mucho más positivo que el anterior. Y lo mejor de todo es que Romero demuestra que el verdadero problema es el ser humano, cuando unos asaltantes entran en el centro comercial, montando el follón y dejando entrar a los zombies, convirtiendo el escenario en una matanza. Además, convierte a uno de los personajes principales en un autentico loco, que se empeña en hacerse el valiente, con sus trágicas consecuencias. Para muchos es la mejor de la saga, aunque personalmente, creo que le falta un poquitín para alcanzar a su predecesora.
Como curiosidades destacan que el equipo de rodaje sólo pudo trabajar de noche, cuando las tiendas estaban cerradas, aunque tuvieron el apoyo de casi todos los comercios. Se trabajó duramente en una cabeza zombie explosiva, pensada para ser disparada a bocajarro, pero posteriormente fue usada en la escena de antidisturbios que abre la cinta en una persona normal. En la misma escena, la mayoría de los agentes, bomberos y técnicos que aparecen son verdaderos miembros de la policia, que se presentaron voluntarios, sin cobrar un duro. Se rumorea que existen diferentes finales, cosa que confirma Ken Foree y desmiente Romero. El propio Romero aparece en la cinta vestido de Papa Noel, subido en una moto. La MPAA (encargada de calificar las pelis en EEUU) amenazó a Romero con ponerle la clasificación X a su película...Romero pasó de ellos y se encargó de endurecer el gore.
De nuevo el protagonismo recae en un actor negro (excelente Ken Foree) y Romero dota al personaje femenino (Gaylen Ross) de una mayor fuerza. La utilización de unos increibles efectos de maquillaje (del genio Tom Savini, que aparece brevemente como motero) han pasado a la historia por su realismo (teniendo en cuenta el año de producción, 1978) y, en especial, por la escena en que un zombie recibe un machetazo en la cabeza. Además, Romero hace una crítica al capitalismo y al consumismo brutal, moviendo la cámara con mano maestra por el centro comercial y, de nuevo, ofreciendo un final pesimista, aunque mucho más positivo que el anterior. Y lo mejor de todo es que Romero demuestra que el verdadero problema es el ser humano, cuando unos asaltantes entran en el centro comercial, montando el follón y dejando entrar a los zombies, convirtiendo el escenario en una matanza. Además, convierte a uno de los personajes principales en un autentico loco, que se empeña en hacerse el valiente, con sus trágicas consecuencias. Para muchos es la mejor de la saga, aunque personalmente, creo que le falta un poquitín para alcanzar a su predecesora.
Como curiosidades destacan que el equipo de rodaje sólo pudo trabajar de noche, cuando las tiendas estaban cerradas, aunque tuvieron el apoyo de casi todos los comercios. Se trabajó duramente en una cabeza zombie explosiva, pensada para ser disparada a bocajarro, pero posteriormente fue usada en la escena de antidisturbios que abre la cinta en una persona normal. En la misma escena, la mayoría de los agentes, bomberos y técnicos que aparecen son verdaderos miembros de la policia, que se presentaron voluntarios, sin cobrar un duro. Se rumorea que existen diferentes finales, cosa que confirma Ken Foree y desmiente Romero. El propio Romero aparece en la cinta vestido de Papa Noel, subido en una moto. La MPAA (encargada de calificar las pelis en EEUU) amenazó a Romero con ponerle la clasificación X a su película...Romero pasó de ellos y se encargó de endurecer el gore.
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