Sobre el precio de los videojuegos, la compra on line y demás modernos menesteres

Hoy vamos a dejar aparcado el cine para fijarnos en la otra gran pasión que quiero reflejar en esta humilde página, los videojuegos. Recuerdo en mis tiempos de infancia como los salones recreativos, hoy casi extintos, ocupaban buena parte del tiempo de ocio de los chavales, que durante buena parte de los 80 y 90 disfrutaban al salir del colegio de un ratejo enganchados a las "maquinitas". Que si un Street fighter II, que si un Pang, que si un billar (normalmente en manos de los más chusmosos), un interminable Cadillacs & Dinosaurs...así miles de juegos que nos hacían pasar un buen rato, incluso con gente que no conocíamos y que jugaban con nosotros porque sí, cuando introducian unas monedas repentinamente.
Entonces llegó el furor de la Super Nintendo y de la Mega Drive, de la cual yo era un orgulloso propietario. Jugabas con los amigotes en casa los fines de semana (entre semana o hacías los deberes o los padres te pegaban un meco, no como hoy) y te pasabas el verano intentando ganar con Zangief a todos tus vecinos. Pero cuando uno es niño no se da cuenta de las cosas y con la llegada de la generación Playstation/Saturn/Nintendo 64 comenzabamos también a entender el valor del dinero. Y aquí venía la sorpresa. Los juegos en rara ocasión bajaban de 6.000 pesetas, lo que suponía muchas pagas ahorradas.

A día de hoy, con muchos más años y la cabeza más despejada (de pelo, sobre todo), el problema sigue siendo el mismo. Pero ya no somos niños y tenemos otros gastos. Por eso da tanto dolor ver como cualquier juego de reciente aparición en el mercado cuesta entre 60 y 70 euros, lo que, a falta de otra palabra, es un jodido atropello. Servidor, poseedor en estos instantes de una X-Box 360 y una Game Cube (las anteriores no se donde andarán) aún se da contra las paredes al recordar haberse gastado 70 euros en el Gears of war 2 y en el GTA 4 o de rebuscar en la segunda mano para conseguir un ejemplar del Residen evil 4, ese que acontecía en España y los ciudadanos tenían acento mexicano. Precios totalmente abusivos y desproporcionados en comparación con otras formas de ocio, como el DVD o la música que, con todo, también son muy costosos.
Pero gracias al invento con más proyección de futuro, Internet, los jugones ocasionales descubrimos páginas tan majas y simpáticas como Play.com o Amazon. Es entonces cuando nos damos cuenta de la jugada. Por poner un ejemplo, el GTA 4,que a mi me costó 70 euros (menos mal que me parece una obra maestra), ha llegado a estar a 23.49 en la no tan lejana Inglaterra. Asombroso. Y lo mejor no es sólo eso, es que además, algunas páginas de venta on line, no cobran gastos de envío, lo que es aún más llamativo.

Conclusión principal: nos toman el pelo. Los señores que ponen los precios en España nos toman por tontos. O lo que es lo mismo, la famosa picaresca española. Y esto se puede extrapolar a cualquier ámbito del ocio. Un DVD Disney puede costar entre 15 y 30 euros, mientras que en Inglaterra por ese precio compras dos. Desconozco si este abuso sólo se da en España o en toda la zona euro, pero el caso es que en el país de las libras y las cervezas calientes todo es más barato. Los mismos ingleses reconocen que es absurdo bajarse una película por Internet, porque pueden comprarla por 10 euros y en edición coleccionista.
Conclusión secundaria: salvo excepciones puntuales (Fallout 3 cuesta igual en España y en GB), no vuelvo a comprar nada derivado del ocio electrónico en este país. Si todos lo hicieramos, quebraría más de una cadena dedicada al asunto. Y, para otro día de calentón, os hablaré del servicio postal español, Correos, donde hacerse con paquetes privados es un deporte.