El viernes pasado se estrenó en España Terminator Salvation, la nueva entrega de una saga que nunca debió pasar de las dos partes. Porque, a pesar de las buenas intenciones de Jonathan Mostow y su Terminator 3: la rebelión de las máquinas, todo fue a peor. Era muy difícil que alguien que no fuese James Cameron lograra mantener el nivel. Incluso con Kristanna Loken luciéndose. Ahora nos ha llegado una cuarta entrega diferente a las demás (que aún no podido ver, espero hacerlo esta semana) y que no por ello estará a la altura de las anteriores obras de Cameron. Y de eso voy a hablar hoy aquí, de las dos magníficas primeras entregas, culpables en buena medida de catapultar al cine de acción/ciencia ficción a unos estándares de calidad que pocos directores han logrado (aunque haberlos haylos, logicamente).
Cuando se estrenó The terminator en 1984, seguramente eran pocos los que apostaban por ella. James Cameron, su director, era el responsable de Piraña 2, una de las más infectas cintas que habían visto la luz a principios de los 80. El malo de la función era Arnold Schwarzenegger (Arnie a partir de ahora), que había conseguido cierta popularidad con las películas de Conan el bárbaro, pero que no dejaba de ser un armario sin demasiadas dotes actorales. Para remate, la película despedía un tufillo a serie B que echaba para atrás. Pero algo hizo que todo funcionara a la perfección. Cameron desmostró ser un artesano de las escenas de acción y sacar oro del limitado presupuesto. Arnie se convirtió gracias a su personaje en una de las más recordadas máquinas asesinas del cine y los efectos visuales del, desgraciadamente, fallecido Stan Winston marcarón un punto de inflexión. Además, no podemos olvidar a Linda Hamilton y a Michael Biehn, los luchadores incansables perseguidos por el Terminator. Por supuesto, decir que esta primera entrega es perfecta es absurdo, pero todo aquel que la haya visto habrá disfrutado con las secuencias de acción, con la agobiante sensación de persecución incansable por parte del simpático robot. Era cuestión de tiempo y de reconocimiento que Cameron se dispusiera a rodar una segunda entrega.
No fue hasta 1991 cuando el director canadiense estrenó Terminator 2: el juicio final. En esta ocasión el presupuesto era mucho mayor (aunque aún irrisorio teniendo en cuenta las ganancias y lo que han costado las últimas entregas), Arnie era el bueno de la función y los efectos especiales adquirieron un protagnismo peculiar. Era la primera vez que el público salía tan alucinado del cine, con unos efectos digitales innovadores y siempre usados en beneficio de la historia a la vez que del espectáculo. Sin olvidar, por supuesto, los efectos clásicos de animatronics y maquillaje, verdaderamente sosprendentes. Cameron daba el cierre más lógico a una saga que en nada desmerece de las mejores películas de género y que siempre mantuvo un nivel de calidad altísimo. Esta segunda parte forma parte de ese selecto grupo de secuelas que son iguales, o incluso mejores, que la original. Arnie se confirmó como super estrella del cine de acción, Linda Hamilton sufrió un impresionante cambio y evolución en su personaje, llegando a ser una de las más recordadas heroínas del cine de acción/ciencia ficción, descubrimos al hoy perdido Edward Furlong y tuvimos pesadillas con el malo de la función, un Robert Patrick sensacional encarnando al líquido T-1000.
Es complicado destacar a un único responsable de todo este fenónemo dentro del cine palomitero de calidad. No conviene olvidar la música de Brad Fiedel, la foto de Adam Greenberg y los ya citados efectos de Winston. Pero me gusta ver en la figura de James Cameron al realizador palomitero de calidad. Él es el responsable de la brutales secuencias de la comisaria de la primera entrega o de la persecución por los canales de Los Ángeles de la segunda. Él hizo un primer plano a un animatronic de Arnie sacándose un ojo y despellejandose un brazo, porque le importa un bledo la clasificación por edades en beneficio de la historia. Sólo Cameron puede presumir de encender puros con billetes de cien dólares, siendo el director más taquillero de la historia del cine gracias a su Titanic con la que, además, se llevó 3 Oscars en una noche. Además, es bueno recordar que dirigió Aliens, otra de esas segundas partes que todo el mundo señala como sobresalientes y memorables (y que, personalmente, considero la tercera en discordia dentro de su triplete mágico, compuesto por las dos terminator y esta revisión de Alien). Este año estrenará, tras más de una década en blanco, Avatar, con la que promete revolucionar el cine. No es el mejor director de todos los tiempos, pero es el ejemplo a seguir para todos aquellos que quieran aunar espectáculo y calidad.
Terminator en la Wiki: 1 y 2.
4 comentarios:
Ay!! Me temo que Terminator: Salvation no les llega ni a las suelas...
Terminator Salvation no es un desastre, tampoco un mamarracho, es solamente una película mediocre, del montón, insignificante. Ruidosa y explosiva pero también menos afectiva que un bloque de hielo. Para tenerla vista y poder opinar; sólo sirve para eso.
Saludos!
Yo tampoco he visto Terminator: Salvation pero viendo lo que dice el amigo Hernán, no apetece demasiado. La primera no la vi, la segunda me gusto mucho, la tercera... no demasiado. Pero ahora, no me atrevo a seguir con la saga
La veré esta noche. Voy con la predisposición hecha a que no me va a entusiasmar, pero bueno. Siempre nos quedarán las maravillosas dos primeras partes.
Publicar un comentario